Estas Navidades todo el mundo habla de Max, uno de los protagonistas del anuncio Navideño dirigido por Alejandro Amenábar y, que a pesar de que ha sido criticado por caro, largo, faltarle emotividad, ser sexista o directamente aburrido, nadie puede negar que la interpretación de Max ha sido impecable. Pero la vida de Max no siempre fue como sacada de un cuento de hadas.
Max fue abandonado junto a sus hermanos cachorros dentro de una caja de cartón a las puertas de una protectora, donde pasó sus primeros meses de vida.
Fue adoptado por una familia que lo devolvió porque no podían con él. Según pudo comprobar Ainhoa Larregui más tarde ‘Max era un desastre de perro’, revoltoso y siempre dispuesto a liarla. De hecho, fue después de que Ainhoa le adoptara cuando ocurrió algo que cambió el destino de ambos.
Fue, según cuenta ella, cuando Max cruzó la raya. ‘Tenía la mesa puesta para una comida familiar y cuando volví de abrir la puerta no quedaba nada, sólo Max dándose un festín.’ Necesitaba ser educado, adiestrado; al principio fue ella misma la que se encargó de su educación, pero luego pasó a manos de Rafael Casado.
Pronto se dieron cuenta de que Max era un perrete muy especial. Aprendía todo con mucha facilidad, más rápido de lo normal y era capaz de hacer cosas tan curiosas como bostezar, sí bostezar. Y fue precisamente esta habilidad la que le llevó a protagonizar el spot de la lotería, ya que tras una ardua búsqueda por parte de la agencia en la que trataban de localizar un perro que supiera bostezar, solo Max parecía tener esa habilidad.
Rafael Casado, además de su entrenador personal, es también uno de los principales preparadores de perros actores, de hecho, cuenta en su haber con un Palm Dog, una especie de Oscar canino.
Y Max tampoco era un actor novel, ya que a sus seis años de edad, tal y como cuentan en El Mundo:
Max ha vendido seguros en inglés, ha bailado al ritmo de La Casera, ha anunciado los cortes publicitarios en Antena 3, ha protagonizado un cortometraje y, ahora, es la imagen peluda de la suerte navideña en, seguramente, el anuncio más polémico de los últimos años.
Y aunque puede que el mayor peso de la historia se lo lleven los dos protagonistas humanos y su ‘marciana’ historia de amor, el papel de este peludo actor constituye una pieza clave en el guión, ya que se convierte en el pretexto para que Danielle regrese a la tierra y pueda encontrarse de nuevo con Daniel. Sin Max, no hay final feliz. Si no nos crees, mira el spot íntegro de 20 minutos y trata de adivinar el final de la historia sin Max.
Vía: El Mundo
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